Art Poètique
“El arte puede a veces destruir la autoridad, pero no debemos nunca actuar como si fuera posible”
Marcel Duchamp
UNO
Leyendo retrospectivamente los textitos que he ido redactando para mis exposiciones a lo largo de los años, me he horrorizado al constatar que siempre sostengo lo mismo y con parecidos argumentos desde 1989. ¿Es eso coherencia, sólidas convinciones o, para ser sinceros, quizá es que no doy para más?. En cualquier caso, mi posición es siempre la misma, o sea, defensa inquebrantable del aspecto puramente plástico o estético en contraposición, a otra, reivindicativa o de inspiración social. La política, lo de ahí afuera, todo lo que tiene que ver con lo humano o con la naturaleza me interesa sobremanera, pero no suelo tematizarlo en mi trabajo. Lo dejo aparcado fuera del estudio y me excuso argumentando que toda posición que se adopte en la vida es siempre política, lo queramos o no.
Yo siempre he creido que el arte ha tenido y tiene poco que ver con la democracia, -aquí en Berlín trabaja Jonathan Meese que pregona la Diktatur der Kunst-, pero bromas aparte, el arte siempre ha estado al servicio del poderoso, del que lo financia y colecciona o bién como propaganda o adoctrinamiento en los diferentes regímenes políticos de variado signo o al servicio de las religiones. Es a partir del siglo XIX, con Goya, por citar un ejemplo, cuando se perfila la figura del artista crítico e independiente. El artista plástico se homologa con el pensador o intelectual para conformar el mito de la conciencia crítica de la cultura. Así como la Iglesia se lanza siempre a avisar de peligros múltiples y asechanzas y se ofrece, cómo no, como la única solución a los retos insoslayables del ser humano, también la cultura desde su atalaya se apresta a despertar la conciencia dormida del ciudadano denunciando abusos e injusticias pero guardándose muy bién las espaldas, pues después de todo hay que comer. En cualquier caso, la posición política del mundo de la cultura ante coyunturas históricas inaplazables como guerras, falta de libertad y atropellos varios, ha dado paso a la situación actual que es cuanto menos forzada, oportunista, borreguil y carente de escrúpulos. Hoy en día no hay montaje teatral de un clásico donde no se meta con calzador alguno de los temas candentes de actualidad, aunque en el original no aparezca o sea sólo de pasada el tema en cuestión. Se subraya de forma interesada e indecente aquello de lo que todo el mundo habla y reivindica, sin venir a colación en el texto. En las exposiciones en espacios de titularidad pública sólo se programan muestras con temática de problemática social, llámese subdesarrollo, violencia de género, inmigración, racismo ctr. Cojan ustedes cualquier revista de artes plásticas. Parecen revistas de ONGs, boletines sindicales u hojitas parroquiales. Sólo fotos de pateras, estudios sesudos sobre la identidad trans, el empoderamiento de la mujer, la lucha anticapitalista, eso sí, con anuncios a toda página en papel couché de publicidad de relojes de precios exhorbitantes, coches de lujo. o de la feria Art Basel o Miami que es la qintaesencia del capitalismo más exclusivo y salvaje. ¿A nadie le chirría un poco todo esto? ¿A quien pretenden engañar los artistas o el sistema artístico cuando dicen atacar al sistema desde el sistema mismo: galerías, museos, bienales, ferias, documenta,...? Perdón, no pretendo sermonear a nadie, no soy un moralista, pero a mí, tanta inconsecuencia, tanta convivencia y promiscuidad de valores antitéticos e incompatibles me produce un tedio mortal que me entran ganas de coger los bártulos y retirarme a la vida contemplativa.
DOS
Supongo que todo empezó cuando en las universidades o escuelas de arte americanas introdujeron el aprendizaje multidisciplinar. Europa, siempre a la zaga y asumido el papel de provincia del imperio adoptó con mayor o menor entusiasmo el modelo. Hablo, claro está, de centroeuropa; aquí, en la Iberia profunda seguimos copiando al carboncillo los yesos de Praxiteles, “Spain is different”, Fraga dixit.
El susodicho modelo yanqui consiste ni más ni menos que en marginar las materia artísticas tradicionales: dibujo del natural de señoritas en cueros, pintura de caballete con cestos de frutas y caldero de cobre, el busto modelado de algún prohombre o santito, ctr. por una amalgama de materias curriculares muchos más limpias y asépticas: linguística, sociología, política de género, demografía, teoría económica, ecología.... tantos universos del saber que sólo es posible aproximarse de una manera parcial o más bién superficial, como superficial y falto de rigor serán los resultados paridos por nuestros entrañables artistas. Luego no vale pedir explicaciones o mayor concisión. No, siempre se puede escudar uno en que tan sólo se trata de Arte. ¡Ah bueno ! ¡Acabáramos! Nada serio.
Que el arte no es una ciencia exacta, ya lo sabíamos. Que es una interpretación muy, pero que muy subjetiva de la realidad, se da por descontado. Que sólo sirve para suscitar preguntas, pero no para dar respuestas, ya claro, también. Entonces, ¿quién necesita el dichoso arte ? ¿Qué utilidad tiene? O mejor dicho, ¿Con qué autoridad se apresta para aportar algo al debate si resulta ser una herramienta tan imprecisa como poco fiable? Con todo, lo más decepcionante es el medio natural o geográfico del mundo artístico. Se trata de un hábitat minúsculo y enclenque (galerías, museos o centros de arte), poblado únicamente por fieles incondicionales, que no necesitan ser convencidos de nada porque ya lo están. ¿Quién demonios entra en una galería de arte? ¿A qué va el gran público al museo para ver exposiciones de arte contemporáneo sino para hacerse un selfi? ¿A quién van dirigidas las provocativas y arriesgadas propuestas del arte político-militante? ¿A quíen hacen pupa? No son ni tan siquiera balas de fogeo, son vergonzantes ventosidades.
Con todo, lo imperdonable del arte llamado político es que precisa de ser obvio para que surja efecto, y el arte no puede ser obvio o evidente si queremos que permanezca en el ámbito de la excelencia, porque si nó sería dudosamente propagandístico, banal o como mucho pedagójico, de consumo instantáneo, pero que no deja poso, ni en la memoria ni en la conciencia.
A mi entender, todo el problema se reduce a la incomodidad que siente el artista al tener que confeccionar productos sofisticados de decoración, inútiles y ostentosos, destinados mayoritariamente a la especulación monetaria, que no intelectual y que da como resultado los carísimos engendros que colonizan y parasitan los denominados espacios expositivos. Bajo la etiqueta de producto artístico puede hallarse una infinidad de propuestas cuyo fundamento es el diletantismo, las ocurrencias varias, la frivolidad y el infantilismo impertinente y consentido al que nadie se atreve a destapar so pena de ser tachado de ignorante; todo para alimentar una ingente masa de “obras maestras” que debe presevarse para generaciones venideras. Ya lo dijo San Warhol bendito: Un espacio inútil es un espacio con arte dentro.
TRES
Aquí, un ejemplo del artista activista pendenciero sin ánimo de lucro: ¿Se acuerdan de la instalación 245 metros cúbicos en la antigua Sinagoga en Pulheim-Stommein, Alemania, convertida en cámara de gas donde el visitante debía entrar con máscara....... antigas? Nadie sabe a ciencia cierta si el artista, de Madrid para más señas, quería ofender o incriminar a los alemanes, !Como si los alemanes necesitaran a estas alturas que alguien les recordara algo! ¿o era simplemente una broma de mal gusto que hubiera salido de la cabecita hueca de un nostálgico del Nacionalsocialismo?. ¿Cómo puede algo significar una cosa y la contraria al mismo tiempo, y no estar loco? ¿Fue una propuesta fallida?. En absoluto, gracias a un buen puñado de titulares en la prensa por el escándalo concienzudamente programado, con clausura incluida de la muestra, nuestro artista caminó rumbo a la gloria seguido de un aura de artista polémico e insobornable. También se paseó a lo ancho y largo de Españistán con un sobredimensionado NO; perdona, ¿No? , ¿No, a qué?. No, a todo. Por sistema, y en general. Nuestro hombre es un consumado tocapelotas vocacional y profesional. Es el mismo artista que rechazó el Premio Nacional de Artes Plásticas 2010 y vendió en Arco la carta de renuncia a la ministra de Cultura por un precio exhorbitante. Eso sí, luego no hace ascos a participar en la Bienal de Venecia costeada por el ministerio; como los muy antifranquistas Tápies o Chillida que decían tragar sapos participando en tales bienales representando al régimen pero mira tú, que después de todo, a nadie le amarga un dulce.
Sí, nuestro artista es el mismo del ninot de Felipe VI y el de la serie de fotos de los "presos políticos españoles" con una banda negra en los ojos ¿Autocensura a estas alturas? que un empresario catalán, mordiéndo el anzuelo, compró pensando que había adquirido el nuevo Guernica. Nuestro hombre es un genio. Del marketing. Y qué error y horror, la censura de la dirección de Arco. ¿Cómo se puede ser tan panoli? Todo estaba listo y programado para que alguno del Prussés con abultada cuenta corriente viniera y cargara con ello. Ya lo sabéis para la próxima vez, el artista justiciero, el Robin Hood del Art Basel se llama Santiago Sierra.
Y TERMINO, LO PROMETO
¿A qué se debe este acriticismo del gremio artístico?, ¿Es simple corporativismo o es que todos han asumido las mismas reglas de juego? ¿En qué momento los artistas nos cansamos de producir arte y nos dedicamos a la activismo político sin embarrarnos naturalmente ni asumir riesgo alguno? ¿Hasta cuando queremos seguir jugando sin que nos descubran?. Acaso, no nos descubran nunca, porque no le importamos a nadie, tal es nuestra insignificancia. Cualquier niñato con un balón gana 100 veces más que todos nosotros y desde luego alcanza infinitamente mayor transcendencia pública. Lo que nos hace falta es un poco más de honestidad. Sería suficiente si recurriéramos nuevamente a la poesía. Si, han oído bién, POESÌA, que no es sólo juntar versos en estrofitas. Me refiero a éso tan dificil como designar o describir lo invisible, lo que todo el mundo intuye pero nadie ve, la invocación de lo mágico, de lo extraordinario, el ansia devoradora de belleza que nos haga la vida más soportable: un bodegón de Juan Gris, una virgen sedente románica, un idolillo de las cícladas, una laca china, L´ Atalante de Jean Vigo, el Stabat Mater de Monteverdi, un cuadrado negro de Malevich, la alegoría del otoño en un mosaico romano, un collage de Max Ernst, un óleo de Joan Mitchell, una estela de Brancusi............., Éso et tout le reste est politique.
Pedro Mora Frutos , Berlin abril 2019